¿Cómo sanar la relación y mejorar la relación con tu mamá?

¿Cómo sanar la relación y mejorar la relación con tu mamá?

 

 

Sanar la relación con nuestra mamá es volver a conectarnos con la vida.

La madre nos conecta en primer lugar con la vida, ya que ella es quien nos nutre y nos da sus cuidados y afecto. Con ella tenemos nuestra primera experiencia de abundancia, gracias a todo lo recibido por ella en el mismo vientre materno y después en nuestros primeros años de vida. De ahí que ese primer patrón quede grabado en nosotros, y por tanto tomar a la madre es sinónimo de vida, abundancia, prosperidad y éxito. Me refiero a l a abundancia en un concepto amplio, no solamente a nivel económico y material a través del dinero, sino también de satisfacción y plenitud en aquello que desarrollamos; por ello la forma en la que alguien se relaciona con su madre es también la forma que tiene de relacionarse con su profesión y trabajo.

La madre también tiene que ver con nuestro estar en la vida con seguridad y con confianza, fluyendo con lo que nos llega y sabiendo que nuestras necesidades se verán satisfechas. A veces no de la forma precisa en imaginamos, pero sí de maneras en las que sentimos plenitud a un nivel profundo. Tomar a la madre nos da confianza en nuestras propias capacidades, favorece la autoestima e incluso se relaciona con la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Ella es la primera persona con quien me relaciono y con quien establezco un vínculo, por ello representa también el amor y nuestra facilidad para relacionarnos y vincularnos con otras personas, sea a un nivel más íntimo como el de la pareja o con nuestros hijos, o también a otro nivel más amplio con nuestras amistades y grupos. Así, todas nuestras relaciones pueden quedar marcadas por la relación que tenemos con nuestra madre, con la gran repercusión en nuestras vidas que esto puede tener.

Y si la madre representa nuestra vida y nuestro tomar de ella, esto tiene que ver también con nuestra salud y con nuestra relación con la comida. Por ello algunos trastornos que tienen que ver con la alimentación, tales como compulsión por la comida o dificultades para digerir o asimilar bien el alimento pueden tener su origen en ese primer tomar de nuestra madre, así como en llenar vacíos que no pudieron ser satisfechos en su momento. Por supuesto que cada caso necesita ser revisado de manera particular cuando se realiza el acompañamiento terapéutico.

En la medida en la que soy capaz de abrazar, aceptar y honrar a mi madre, lo haré con el éxito y la felicidad en todas sus formas.

 

El asunto está en que las heridas con nuestra madre se generan de acuerdo a la experiencia que hemos tenido en la relación con ella desde el momento de nuestra concepción y a la “interpretación” que hemos hecho frente a sus actitudes y comportamientos, es así como empezamos desde muy temprana edad a poner etiquetas a nuestra madre. En el momento que etiquetamos a mamá como “mala”, sale a relucir nuestro niño (a) herido (a) demandante de afecto y cariño, sediento de un amor que no ha podido recibir o no han sabido darle.

 

Cuando nos quedamos aferrados a las demandas de este niño (a) herido (a) nos metemos de lleno en un patrón de victimismo eterno donde sólo hay víctimas y culpables y desde ahí no es posible el crecimiento, la evolución ni mucho menos la reconciliación con nuestra madre.

 

Sanar la relación con nuestra madre es un proceso que requiere conectar con nuestras frustraciones,  dolores, tristezas, rabias y miedos. Sin ello, es imposible que nuestro agradecimiento hacia ella sea genuino.

Una de las formas de comprender la forma como nuestra madre nos ha “maternado” es conociendo su historia. Ella se ha enfocado en hacer lo mejor que pudo con los recursos emocionales que tenía, donde tuvo que dejar de lado sus propias emociones para apoyar el crecimiento de una nueva vida.

 

En mi método terapéutico, trabajo una fase del proceso de sanación donde nos enfocamos en sanar las heridas del alma que tenemos en la relación con nuestra madre para poder tomarla tal cual es, liberándonos de toda expectativa que nos lleve a pensar en qué hubiera sucedido si ella procediera a criarnos de una forma distinta. A veces es nuestra niño/a interno/a el que sigue pidiendo a mamá que cambie, por lo que crecer supone que como adultos entendamos que nuestra madre nos dio todo lo que pudo y aquello que nos  faltó, como adultos, podemos resolverlo nosotros mismos.

 

Para sanar el vínculo con tu madre en primer lugar tienes que reconocer que tienes activo un niño herido anhelando el amor de sus padres pero que a la vez se ha alejado de ellos y de la vida y cuando digo vida digo disfrute, compromiso, realización, libertad, plenitud y todo lo que conlleva estar en la vida desde la totalidad.

Cuando reconocemos que hay un niño (a) herido (a) demandando afecto constante ya tenemos mucho ganado pues dejaremos de atender a sus demandas para conectar con el adulto que ahora somos y desde ahí poder consolar y sanar las heridas de ese niño (a) herido (a).

Desde este papel de adultos estaremos en condiciones de mirar hacia atrás sin juicios y comprender los motivos de nuestra desconexión con mamá y con la vida. Cuanto más se comprende más se acepta y ese es el segundo paso para sanar el vínculo con mamá y reconectarnos con ella y con toda la fuerza que eso genera.

Aceptar es empezar a mirar sin juicios, con todo lo bueno y lo malo, con lo que me gusta y lo que no, porque independientemente de los juicios siempre hay un deseo muy fuerte de ir hacia nuestra madre y ese deseo es movido por el amor. En la medida que acepto a mamá empiezo a reconciliarme conmigo mismo (a) pues ella es la semilla desde donde parto y la que me permite desplegar toda mi potencial.

Otro paso muy importante es honrarla y respetarla simplemente por el hecho de que nos ha dado la vida y eso es lo más grande que nos pueden dar, todo lo demás y por mucho que nos den resulta insignificante al lado de eso, así que si consideras que tu madre no te ha dado cosas buenas siempre puedes decirte ella me ha dado la vida y ese es el mejor de los regalos.

Empezar a honrar a la madre es empezar a honrar a la vida tal y como es y cuando uno acepta la vida no se queda atascado en resolver los problemas de su mamá, simplemente vive la vida y deja a mamá con sus propias cargas en el convencimiento de que ella puede con todas las circunstancias que ha elegido en su vida y cuando el niño se libera de las cargas de la madre de repente tiene una renovada energía para enfocarse en su vida, en sus proyectos y anhelos, de repente puede ver mas allá de si mismo porque el niño demandante sediento de afecto empieza a calmarse y se siente con más jubilo.

El niño (a) empieza a sanarse cuando quiere dejar de cambiar a mamá, cuando deja de poner su energía en eso y la enfoca en vivir su propia vida, la única que le pertenece. Formamos parte de nuestra madre pero pertenecemos a nuestras vidas. La vida y mama son más grandes que yo y ante eso sólo queda aceptar, rendirse y tomarlas con la mejor predisposición posible. Cuando te sientas más grande que tu madre y la sentencies con el dedo acusador recuerda que ella es el mar y tu un río que nace de ella.

Y si haz apartado a tu madre de tu vida porque es violenta o atenta contra tu integridad física o emocional es una elección y es válida, pero recuerda que nunca jamás podrás apartarla de tu corazón aunque lo desearás con todas tus fuerzas, porque la energía de tu madre habita en todo tu SER, tu procedes de ella y ella habita en ti.  Aceptar de nuevo a tu madre es un trabajo interno, plasmarlo en el exterior es secundario y depende de tu decisión y libre albedrío.

La madre y la vida van unidas, no existen la una sin la otra, tomar a la madre es tomar a la vida sin juicios y sin tapujos, es un Si a la vida, es un Si al cuidado, a la nutrición, ternura, amabilidad ; es un Si hacia un amor más grande por nosotros mismos.

 

*Si quieres contar con mi apoyo terapéutico para sanar la relación con tu madre, escríbeme a mi correo: info@servozterapeuta.com o a mi WhatsApp: +573108508184

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